La caliza es una roca sedimentaria formada principalmente por carbonato cálcico. La formación de esta tipología de roca puede darse por diferentes procesos: un proceso biológico, en el que el carbonato de calcio se acumula a partir de los sedimentos fósiles; o por un proceso hídrico, en el que el carbonato de calcio se disuelve en dióxido de carbono.
Tanto si se elige un proceso u otro, los resultados de las calizas son muy diversos. Podemos encontrarlas con texturas más naturales o con aspecto envejecido y especialmente en tonos claros, como el blanco o el gris. Aunque ya es posible encontrarla en otros tonos como negros, marrones o dorados, los más característicos y aquellos que la definen por excelencia son el blanco y el gris. Se trata de un material muy duradero y resistente, además de sostenible.
La piedra caliza está muy destinada a la construcción por sus particularidades. Las vemos especialmente en revestimientos de fachadas y suelos, gracias a su gran versatilidad y su estética. Además, su impermeabilidad la hace una elección inteligente e idónea para revestimientos de exterior.
Entre sus usos habituales también encontramos la fabricación del propio cemento si se mezcla con arcilla y arena, o incluso para relleno de carreteras.
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